Lo real, lo humano, lo verdadero y lo bueno… Cómo tratar de las cosas más interesantes del mundo.

 


Decíamos que la filosofía es la ciencia de las ideas. ¿Pero de qué ideas? La verdad es que de todas, aunque no de todas del mismo modo. Las ideas más filosóficamente interesantes (¡y no solo filosóficamente!) son las ideas más fundamentales y universales. ¿Y cuáles son estas ideas? Podemos atrevernos a decir que son básicamente cuatro. La idea de ser (o realidad), la idea de ser humano (o de mente), la idea de verdad (o conocimiento) y la idea de bien (o valor).

Diríamos así que en filosofía hay cuatro temas de conversación fundamentales (lo real, lo humano, lo verdadero y lo bueno) que son también las cuatro grandes preguntas (qué es lo real, qué es el ser humano, qué es la verdad y qué es lo bueno) o ramas principales de la filosofía (ontología, antropología, epistemología y ética). ¡Y que estas son también las cuatro cosas más interesantes del mundo, las que más importa pensar y saber en la vida, creo yo (aunque esto también habrá que discutirlo, claro)! Difícilmente encontraríamos nada interesante de lo que hablar que no tenga relación con estos cuatro asuntos... 

Profundicemos un poco (solo un poco) en estas cuatro ideas o problemas.

La idea de ser o realidad remite a la pregunta ontológica (o metafísica), que es la más importante de todas pues todo, en cuanto real, cabe dentro de ella: ¿Qué es lo real? ¿Qué significa ser o existir? ¿A qué viene Todo esto? ¿Para qué está aquí? ¿Qué cosas son realmente reales y cómo las clasificamos? ¿Es igual de real un ser material que otro de ficción? ¿Existen del mismo modo lo físico y lo psíquico (como un sonido o un olor)? ¿Qué tipo de realidad tienen las cosas "ideales" como los números o las leyes científicas? (de todo esto se ocupa la ontología general) ¿Qué es la naturaleza? (este es el tema de la cosmología o filosofía de la naturaleza) ¿Existe una realidad perfecta o divina?  (es el asunto de la teología filosófica) ¿Y qué decir de esa realidad que parece estar entre la naturaleza y Dios, nosotros, los seres humanos, la sociedad, la historia, la cultura…? ¡Un momento! Esta última pregunta es tan importante que merece un apartado propio…

La idea de ser humano o mente remite a la pregunta antropológica (o psicológica): ¿Qué es el ser humano? ¿Qué lugar ocupamos en el cosmos? ¿Somos algo más que animales muy complicados? ¿Cómo influye la cultura en lo que somos? ¿Qué nos diferencia de las maquinas? ¿De dónde venimos, para qué estamos aquí, y a dónde vamos cuando llega la muerte?...            

La tercera idea, la idea de verdad remite a la pregunta epistemológica (o gnoseológica), que se refiere a la relación teórica que hay entre el ser humano y la realidad, es decir, al conocimiento, a la teoría en sí misma (es la teoría sobre la teoría). ¿En qué consiste conocer? ¿Cómo podemos estar seguros de que estamos seguros de algo? ¿Cómo sabemos que lo que pensamos, decimos, oímos, teorizamos...es verdad? ¿Qué es de verdad la verdad?...                                          

Y, finalmente, la idea de bien, tanto en un sentido moral (lo que tenemos por bueno y que guía nuestra conducta), como en un sentido político (lo que consideramos justo y guía nuestras relaciones con los demás) o en un sentido puramente sensible (lo que consideramos bello y satisface nuestro gusto). De estas tres variaciones de lo bueno se ocupan respectivamente la ética (lo bueno en sentido moral), la filosofía política (lo bueno en sentido político: lo justo) y la estética (lo bueno en sentido sensible: lo bello). Esta idea, en su triple dimensión, remite a otro tipo de relación entre nosotros y el mundo, ya no eminentemente teórica, sino ahora práctica, y responde a la cuestión de qué debemos hacer para transformar ese mundo, tanto en un sentido moral (hacerme y perfeccionarme a mi mismo) como político (hacer el mundo como entiendo o entendemos que es más justo) y estético (embellecer o contemplar bellamente el mundo). Ahora bien, todo esto conduce, claro está, o otro sinfín de preguntas: ¿qué es concretamente lo bueno, lo justo o lo bello? ¿Qué hemos de hacer (particular y colectivamente) para ser realmente buenos, justos y bellos? Todas estas cuestiones no son moco de pavo: tal vez nos vaya la felicidad en saber manejarnos más o menos con ellas. 






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